Fidel es un país

Fidel es un país
____________Juan Gelman

jueves, 8 de marzo de 2018

Los Beatles con Trovuntivitis (parte 2)

Uno es efecto de sus propias causas. Cada paso lleva a otro, cada acción en interacción con los demás… cada lectura, cada conocimiento que se incorpora, va tallando un ADN espiritual, desde el cual se emprende el instante siguiente. Muchas veces no vemos esas conexiones con el pasado, pero cada determinación en el ahora, lleva un antes, o un cúmulo de antes, que pudieran ser remotos y son los que nos mueven en el ahora mismo.
 Porque Julia fue Judith y John Lennon fue tan solo Juan
tengo una cebolla de cristal y un campo de fresas para amar…

Roly (Berrio) y Yaima (Orozco) acaban de grabar “Revolution number 2” y no puedo (ni tengo por qué) contener alguna que otra lágrima de emoción  -y que no implica únicamente el hecho concreto de escucharlos iluminar con sus voces las esencias de la canción, es que mientras cantaban iban aflorando los pedazos de vida que los han traído vía Enserie-Trovuntivitis-Longina, La voz del Diablo Ilustrado,  hasta este instante del disco.
En esos cuatro minutos y algo en que me embriaga la interpretación, huellas diversas se entrecruzan en viaje a la semilla que me lleva casi un cuarto de siglo atrás.      
Allá en el año 95…
Habíamos partido hacia a la cuna de la trova, en the long and winding road (no la canción de Mc Cartney, sino el tren Habana Santiago), que salía -y sale- sobre las 5 pm de la capital y llegaba (¿llegará?) terminando la mañana del día siguiente (si es que no hay abundantes imprevistos). Inicios de los 90, los años duros. El motivo de la aventura era participar en el Taller y Concurso nacional de la Radio Joven “Antonio Lloga in Memoriam” de la Asociación Hermanos Saíz.  
Días intensos de debates, en la terracita (peligrosamente colindante a la piscina) del mágico hotel Balcón del Caribe, con vista a la entrada de la bahía de Santiago de Cuba. (Lo cual ablandaba en extremis, durante casi una semana, la dureza del Período Especial). Allí, con una grabadora de cinta y un baflecito, se armaba la gorda, pues escuchábamos los participantes los programas radiales en concurso y tras cada escucha las opiniones, las discusiones, el ¡a degüello! 
Recuerdo especialmente a Juan Carlos Roque, (al igual que yo de Radio Cadena Habana) discutidor audaz, pero de pulcro lenguaje, meridiano; Alexis Tríana (iba por Holguín) discutidor apasionado, leguleyo, casi tribuno; Aldo Luberta (Radio Progreso) discutidor parco y con mucho sentido del humor; y los santiagueros: Ado Sanz (el niño de oro de la CMKC) discutidor sedado, estilista, casi lírico; Katiuska Ramos (presidenta de la AHS, una especie de musa-jefa) discutidora enérgica, enamorante, conciliadora, y Tamara Tong discutidora firme, tajante, serena, equilibrante: la  autoridad. Cedeño, Silvio Fonseca, Ismael Cala, Enrique Ojito… ¿Cuántos se me quedan? Ha pasado como quien dice un cuarto de siglo. Logro ver destellos de aquellas “broncas” para virar esta tierra de una vez, porque estábamos convencidos que nuestros programas iban a revolucionar la radio, y hasta a la mismísima Revolución. 
Tras el baño en la tarde luego encuentros con los hijos de Lloga (Antonio, el antológico realizador radial que da nombre al evento), artistas plásticos o escritores santiagueros, (Lescay, Reinaldo García Blanco, Teresa Melo, Salvador Palomino, Joel James y los conciertos y descargas con el grupo Muralla, o trovadores como Felipón y José Nicolás. 
Santiago es interminable, así que todas aquellas “actividades” iban desnudándose de formalidad (entre licores como el emblemático Ron Paticruzao o el alcolifánico marca Chispa´etren -para nada francés-) y desembocaban en cualquier punto de la ciudad: Plaza de Marte, la Casa de la Trova, La Isabelica, el parque Dolores, o la casa de una amiga de un amigo, o de un simple conocido hacía un rato.

Tamara Tong, Reinaldo Cedeño y Martha Mosquera
Uno de aquellos tránsitos hacia el amanecer estaba pactado para la casa de Tamara Tong. Me veo claramente: Noche de apagón (como todas o casi en aquellos años 94, 95…) con mi guitarra al hombro, preguntando por la dirección que llevaba anotada en un papelito; la seguridad me vino de un sonido de guitarras; toco empuñando la aldaba de una puerta de madera colonial y, vela en mano, la sonrisa de Tamara con la pregunta de estos casos ¿llegaste bien?
Si había alguien más no lo recuerdo, solo tengo en foco un quinqué al centro de una sala muy amplia y oscura, dando en contraluz a tres muchachos delgaduchos, 2 blanquitos y un negrito, lo cual me dibujó en vivo el bote de Chachita, solo que estos casi náufragos, en lugar de remos, enrumbaban con guitarras hacia su (nuestra) salvación. 
Yo soy un besador,
un mosquetero azul
de los que Silvio canta.
Y sin sombrero estoy, sin labios, sin amor
por un duelo a palabras.

Tenían intenciones de parar, pero les hice una seña para que siguieran:   cortar una canción es sacrilegio… pero ¿habré escuchado bien?: ¿Un mosquetero azul de los que Silvio canta? Qué raro está eso… ¿A mí, que soy doctor en ciencias Silviológicas?... únicamente que se trate de una alusión al unicornio (pasadita de abstracción para mi gusto –de entonces, pues a partir de ellos, y tras llamarme a constar en soliloquio posterior, le di un nuevo giro al concepto de canción trovadoresca.  
Supongo que toqué un par de canciones mías, y alguna que otra del Ayatola Rodríguez (como le llamaba –y llama- Santiaguito) -si es que canté, porque el pollo del arroz con pollo era desentrañar a Enserie.    
Y sin sombrero estoy, sin labios, sin amor
por un duelo a palabras.
Paredón, paredón para mi terquedad
¡Fuego! Besos a disparar.
Muá, muá, muá, muá.

(Lanzan besos al aire como final de la canción).
Trío Enserie
Aquí tienes a Roly (Berrio), Levis (Aliaga) y Raulito (Cabrera)… ¡el trío Enserie¡ –me dijo Tamara, en tono de presentación radial, con un orgullo desbordado en el brillo de sus  ojos achinados, como si supiera que aquel instante iba a crecer hasta este tiempo de Revolution number 2
Loco, ¿qué pasa, loco?
Contrólate Cristobal, cara e´coco
que esta isla no es pa´ti…

¿Qué coño es esto?... ¿Virulo? ¿Pedro Luis Ferrer? Realmente no son humoristas, ni lo asumen como un trovar picaresco; late el sentido del humor, pero no es su propuesta la de provocar la reflexión desde la risa, están cantando en serio. Se están divirtiendo, pero no están bromeando; incluso dentro de la misma canción hay drama y comedia.
Onomatopellas, palmadas y chasquidos con los dedos, voces que se cruzan y dicen frases sin aparente conexión… avanza la canción y las palabras inconexas van armando ideas como piezas de un rompecabezas. Golpes percutivos en la guitarra, muecas, un chillido, una risa, un quejido, un suspiro, todo vale para emitir señales.
Este señor que llamaban Almirante
llegó a mi costa con un pie por delante
y en cada una de sus carabelas
se armó al instante una shopping nueva.
Es como un juego, pero no. Yo venía con la nueva trova de la médula a los poros; con inundación de Silvio, hasta Pablo, Noel, Vicente, y los que habían llegado detrás Gerardo, Santiago, Carlos Frank, Donato… era el momento en que despuntaba además una generación de una trova más lúdica, Cachibache, Postrova, Habana oculta, pero en este trío, que era parte de esta nueva hornada, no había distanciamiento del contexto, aunque a primera vista (u oído) pareciera.
Miren pa´ mis indios cómo se deslumbran    
tanta bagatela los llevó a la tumba,
colonizadores, látigo por oro
murió mi cultura y algún que otro loro.

Un discurso analítico de la sociedad, de este tiempo, de nosotros; una vuelta de tuerca en la manera de asumir la canción con respecto a la trova precedente, pero cabría decir, citando a D'Artagnan: 
…que no es lo mismo,
pero es igual.

En el fondo trovar es eso, apresar la esencia de tu tiempo, de tu entorno –el de tu terruño, el de tu país, el de tu mundo- musical, poético, social, y apresarlo en una propuesta artística. 
Y si esto fuera poco,
tengo mis cantos
que, poco a poco,
muelo y rehago,
habitando el tiempo…

Pasaba el desconcierto del primer impacto; de una canción a otra me iban haciendo cómplices de su virtuosa gracia, de esa nueva espesura poética de algo que en primera impresión parecía disparatado.    
Levis Aliaga, Roly Berrio y Raúl Cabrera
Muy desenfada esta propuesta, un ajiaco de referentes que lo mismo podía ser una canción popular, que un poeta latinoamericano, o un personaje de una novela francesa o una película de Hollywood o un titular del NTV, o una bola o dicharacho del ambiente callejero.
Divertidos y tristes, melancólicos y chistosos, todo a la vez en el trío Enserie, como el cine de Chaplin, o una tragicomedia de Shakespeare.
Quiero ser el minutero, Big Ben,
Señalando con el dedo, un número:
Tic, tac.

Lo que mucho después sería el metatexto de Internet –por entonces ni soñar con redes (que no fueran las de pescar) en nuestra Isla que luchaba por regresar al reino de la electricidad.  
…monedas salpicando el sueño.
Tu número uno se perdió,
Ahora a las doce dan las dos.
Pantera rosa detenida está
Watson prepara un informe para Sherlock Holmes, 
Scotland Yard por el Buckin
va buscando pruebas, huellas.
Hombre lobo con los Beatles canta…

Mira por dónde aparecieron Juan, Pablo, Jorge y Ringo. Claro que de ese destello a que Roly y Yaima entren a la nueva Revolution hay un gran tramo y de mucho más peso que una cita al vuelo. Empezando porque el espíritu del trío, su propuesta musical y puesta en escena es, en principio bitleriana. 
 Oye, oye, oiga usted, mujer,
cánteme la noche entera
que en la mañana yo cantaré.

(CONTINUARÁ)

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