Fidel es un país

Fidel es un país
____________Juan Gelman

domingo, 4 de diciembre de 2016

Fidel ya ha sido abrazado por Martí: Y echóse a andar


Por Fidel Díaz, Cuba, 4 de diciembre de 2016,  

En estos días los sentimientos se cruzan descomunales, Fidel ha huracanado al pueblo cubano, nuestroamericano, humano; el mundo repasa su obra y pareciera que vivió mil años repartiendo panes y peces, (o dándonos las manos y las luces del alma para crearlos y repartirlos). Eso tranquiliza, y ver cómo le responde su pueblo emociona, las anécdotas son incontables, quisiera estar escribiendo y escribiendo, una amiga colombiana, de vida muy modesta, al enterarse el 26 en la mañana, cogió los kilitos que tenía sacó un pasaje para venir a despedir a Fidel, una estudiante cubana de pre, estaba en una base de campismo con sus amigos, y llamó en la madrugada a sus padres llorando, pidiendo que la fueran a buscar de inmediato; en la fila de la Plaza de la Revolución para rendir tributo llevaban casi de brazo a una viejita encorvada que debió estar cerca de los 100 años de edad, otra de 83, le contaba a una periodista extranjera que había conocido al Comandante en los 70 en la agricultura, y que guardaba un papel que él le firmó; detrás de mí, escuché a una mujer que le contaba a una niña de unos 7 u 8 años: “tu abuelo era un niño cuando conoció a Fidel, en la tragedia del ciclón Flora, estaba todo inundado, habían perdido la casa, estuvieron algunas horas, el Comandante le dio dinero para que fuera hasta los restos de la bodega y buscara comida para los que estaban allí.” Le contaba la mujer que, viendo el desamparo de la madre del niño, con 11 hijos, le prometió que tendría su casa, y en menos de 72 horas (como Girón) tuvo su casa. En aquella noche del 25 de noviembre, al saberse la noticia, un joven me abrazó llorando: Yo estoy aquí, y soy, por él, soy estudiante de la ELAM (no recuerdo el país, ni su rostro, el caso es que era un muchacho que se preparaba para ser médico, para curar, algo que su pobreza no le habría permitido en otro rincón del mundo que no fuera Fidel; quizás por eso basta que me quede de aquel instante la fuerza de su abrazo y el dolor   expresado en sollozos –esencia de humanidad que pronto será expandido por él entre los necesitados.   
No hay tiempo ahora de anecdotario, el caso es que Fidel ha sembrado milenios de calidad humana, anticapitalista, antiimperial, ha frenado -con su vida obra colosal- el fin del mundo, de la especie humana. Ha entrado en su templo con el látigo expulsando a los mercaderes y criminales, ha dictado sus mandamientos, ha caminado sobre el mar hacia Latinoamérica, África, todo el sur, haciendo milagros: los ciegos empezaron a ver, los enfermos curaron, los ignorantes e ignorados se han empinado hasta la dignidad humana.  
Fidel ha llevado la cruz y ha vivido crucificado por el Imperio que no por ello ha podido impedir sus enseñanzas y que su pueblo (el de los indignados), vaya penando, pero energizándose y creciendo en peregrinación hacia la tierra prometida, la de los humildes, con los humildes y para los humildes.           
Ahora mismo está siendo enterrado el Comandante en Jefe, en Santa Ifigenia junto a su Padre, José Martí; empieza ahora la nueva era Fidel, nuestra era; nos toca ser sus apóstoles, replicar –creativamente- su voz, repasar esa obra descomunal y accionar con ella por el mejoramiento humano.    
He seguido sus pasos por la tierra, lo he visto desafiando los más tenebrosos y variopintos temporales, he escuchado su verbo, he visto desde su luz esbozos del mañana: hasta la victoria siempre, amen. 

Masa

Poema de César Vallejo

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

rodearon millones de individuos, con un ruego común:
«¡Quédate hermano!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra le rodearon;

les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...
 

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