Fidel es un país

Fidel es un país
____________Juan Gelman

domingo, 4 de diciembre de 2016

Fidel: La estatura y lo hondo

Siguen llegándome mensajes desde diversos rincones de la Isla, y de otros pueblos, que quieren mostrar su amor a Fidel, a su obra. Aquí va una nueva canción de la trovadora Heidi Igualada, un poema de Lilliam Álvarez, un hermoso texto del trovador Enriquito Nuñez, fotos del pintor y escultor Gólgota, y otras poéticas señales de cantores, trovadores y hermanos de la Argentina.     
 

El joven soldado                                                  

Autora: Heidi Igualada
(A la memoria de nuestro Fidel)

El joven soldado se guarda la luna
Dibuja en el mapa su casa en la altura
El joven soldado se viste de luz, te saluda.


Repasa los siglos, los atardeceres,
Se funde en los ojos de muchas mujeres
El joven soldado se gasta de amor y se duele.

Al joven soldado le sobra el mal tiempo
Y va a cobijarse en lo huraño del viento.
Al joven soldado le va la epopeya
Como un rehilete que sueña.

El joven soldado se llama futuro
Se llama nación, rojo escudo.

El joven soldado cabalga en los hombros
De la poesía, con ojos redondos
El joven soldado es hoy la estatura y lo hondo.
 

1 de diciembre de 2016
Heidi Igualada
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De escritora: Lillian Álvarez

A Fidel


Tu barba crespa ensortijada, cada hebra un camino, un intento, cada hebra hirsuta un sueño pendiente. Nuestro pelo crece y se mezcla con el tuyo. Me busco en tu silueta, persigo el destino final de cada rizo. Todo está revuelto, lo sé, nadie sabe si no el viento cuánto se entrecruzan la leña y el retoño, la semilla caída de la boca del pájaro, la rama atravesada por el azar.
Muchos se han ido, encanecemos buscándonos en el amasijo, construyéndonos desde una piel limpia manchada por el ácido indeleble de la lágrima, convaleciente tal vez, desde el día de la lluvia exacta, dudosa, frágil, rehecha. Tus hombres están forjados desde el viento y la chatarra, desde la luz y el ímpetu grasiento e infinito que envuelve y envuelve y apenas deja respirar. Es difícil, más difícil quizás esta ruta. El camino está colmado de apóstoles y banderas caídas, hay cruces a la orilla, la costa está marcada por cavernas que se adentran en la isla, se interconectan misteriosamente y vacían sus ciudades. Muchas luces nos iluminaban y hubo mucha sombra. Muchos reflectores se obsesionaron con nuestras frágiles y sedientas imágenes y muchos se perdieron sobre las alfombras, muchas puertas de cristal se abrieron bajo el impulso mágico de la presencia humana y ellos nada sabían. Los colores eran fuertes, los olores eran de rosa furtiva y de violetas engendradas en laboratorios. Se creyeron fuertes e inteligentes, se vieron jóvenes, vivos y sus pechos se hincharon de orgullo sin darse cuenta que era aire, solo aire lo que entraba en los pulmones, un aire nuevo, fresco, brilloso que estalló después y se pulverizó como un cristal astillado y que ahora tragan día a día como una poción a tomar de por vida. Sus caras son otras, ¿no lo notas?, la sonrisa se les abre de un lado y se les muerde de otro mientras callan lo que quizás nunca van a decir. Otros ríen incesantemente, ríen nerviosamente ríen, ríen y su risa termina en un caudal amarillento que los desborda y los daña. Algunos matan a la muerte. Otros viven siempre conectados a cables y viejas a palabras y fotos que navegan.  Padre, yo estoy aquí, mis manos quedaron sosteniendo tu cuerpo. Mientras otros dormían, o vivían mil copas de angustia mis ojos no se cerraron. No fue por valor, fue un espíritu errático, iluminado, parecido a la supervivencia. Halaba a mis hijos, los halaba, ataba cada hebra de sus delicados cabellos a los tuyos, a los míos y le cantaba para dormir las canciones del hambre. Estuve aquí mientras el mar batía los leños, los cauchos que nunca quise ver, mientras las sogas se levantaban y se levantaban los brazos y sonaban canciones y árboles y luces de navidad, estuve aquí mientras todo lo veías y agitabas tú tus brazos nervudos. No corrí a tu lado, llevaba a mis dos hijos cargados, protegiéndolos del nivel de las aguas negras, arrancándoles las pistolas y las muñecas falsas que les regalaban para crecer, caminé lento, a veces sin oírte, pero seguí tus hebras hirsutas arremolinadas por un viento cada vez más fuerte. Ahora no grito, miro a un lado y a otro y oigo voces cada vez más altas salidas de las cavernas, flotando sobre los leños, agitadas frente a las cámaras, voces provenientes de todos lados, y ahora tampoco grito. No sé si haré bien, quizás mi boca ha sido ya comida por las fieras o roída por el silencio, pero nada me impide silbar la canción que mis hijos reconocen y ellos solos, sin nada decirles, corren a socorrerte, a socorrernos. No temas - tu nunca has temido- sus suaves y vigorosos cabellos son hoy sutiles ataduras de inteligencia férrea, invisible, inusitada, saben ellos dónde está el lecho y dónde la plaza, saben del viento, del hambre, de la luz –sin deslumbrarse- y saben que la voz es hoy el coro, el brazo las diminutas hebras entretejidas por todos y revueltas en un maravilloso caos de alma y de palabra. Son verdor, padre, blanco verdor que ondea y sobre el que puede dormir la isla.

Lillian Álvarez
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Foto: Gólgota
De Golgota (pintor y escultor):

Fidel en imágenes
Queridos amigos caimaneros quiero compartir con ustedes y con todos estas fotos que hice recientemente.
Un abrazo sentido
Golgota
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DESDE ARGENTINA:
FIDEL: «yo quiero ser a la zurda más que diestro,… Yo me muero como viví» 
Ver video en una plaza de Villa Lugano, Argentina, mayo 2015 [Foto Roberto Chile]
https://www.youtube.com/watch?v=AGqnaQ0mEus

El Necio

Autor: Silvio Rodríguez

Para no hacer de mi ícono pedazos,
para salvarme entre únicos e impares,
para cederme un lugar en su parnaso,
para darme un rinconcito en sus altares.
Me vienen a convidar a arrepentirme,
me vienen a convidar a que no pierda,
mi vienen a convidar a indefinirme,
me vienen a convidar a tanta mierda.

yo no se lo que es el destino,
caminando fui lo que fui.
allá dios, que será divino.
yo me muero como viví,
yo me muero como viví.

yo quiero seguir jugando a lo perdido,
yo quiero ser a la zurda más que diestro,
yo quiero hacer un congreso del unido,
yo quiero rezar a fondo un "hijo nuestro".
Dirán que pasó de moda la locura,
dirán que la gente es mala y no merece,
más yo seguiré soñando travesuras
(acaso multiplicar panes y peces).
yo no se lo que es el destino,
caminando fui lo que fui.
allá dios, que será divino.
yo me muero como viví,
yo me muero como viví.

yo me muero como viví,
como viví
yo me muero como viví.
Dicen que me arrastrarán por sobre rocas
cuando la revolución se venga abajo,
que machacarán mis manos y mi boca,
que me arrancarán los ojos y el badajo.
será que la necedad parió conmigo,
la necedad de lo que hoy resulta necio:
la necedad de asumir al enemigo,
la necedad de vivir sin tener precio.

yo no sé lo que es el destino,
caminando fui lo que fui.
allá dios, que será divino.
yo me muero como viví.

yo me muero como viví.
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Reencuentro

por Enriquito Núñez

La madrugada del pasado 25 de noviembre hubo una asamblea en el Olimpo de los Dioses del Pueblo para discutir la propuesta de uno de los más humildes miembros del Consejo. Se trataba de que ese día se conmemorarían sesenta años de la partida del yate Granma del puerto de Tuxpan, con destino a las costas de Cuba. La hazaña, protagonizada por 82 jóvenes que zarparon a luchar por la liberación su Patria contra la tiranía de Batista, quienes vinieron con la promesa de que en el 56 serían libres o mártires, es comparable a la Odisea. En un bello ejemplo de democracia, la Asamblea de los Dioses del Pueblo le dio la palabra a uno de los héroes guardianes del Olimpo, quienes también tienen voz en ese cónclave, independientemente de que no ostenten el mismo peso histórico de los dioses mayores.
Roberto Roque Núñez, un experimentado marino de 41 años, era el timonel y a la vez vigía del frágil yate Granma, cuando en la tempestuosa noche del 1 de diciembre de 1956, después de seis días de azarosa travesía, cayó accidentalmente al mar embravecido. Roque no murió ahogado esa noche, sino, en asombrosa coincidencia, otro primero de diciembre 33 años después, convertido ya en héroe de la Revolución Cubana.
El vigía Roque, desde su humilde posición en la Asamblea, expuso una propuesta singular: Que ese día, exactamente sesenta años después de que zarpara el Granma, era una bella fecha para traer al Olimpo al Comandante en Jefe Fidel Castro, de 90 años, quien había cumplido ya una hermosa vida al servicio de la causa de los más humildes en su Patria, pero también en el mundo entero. Proponía Roque concretamente que el 25 de noviembre de 2106, Fidel se convirtiera en Luz.
Hubo reacciones contradictorias en la Asamblea. Algunos dioses expresaron que Fidel aún tenía mucho que hacer en La Tierra, otros concordaron con Roque en que El Comandante ya merecía descansar. Hay que resaltar que el Olimpo de los Dioses del Pueblo no es regido por un dios superior, como Zeus u Orula, no. Es tan enorme la talla de quienes habitan allí, que ha resultado desde siempre imposible, e innecesario, señalar a ninguno como líder.
Es la costumbre en el Olimpo de los Dioses del Pueblo que todas las decisiones han de tomarse por acuerdo unánime, no por votación dividida, no importe el tiempo que lleve alcanzar el consenso. De manera que puestos a decidir con premura, pocos minutos antes del alba, Bolívar, Martí, Maceo, Máximo Gómez, Mariana Grajales, Marx, Engels, Lenin y Rosa Luxemburgo, Mao, Ho Chi Mihn, Lincoln y Martin Luther King, Camilo, El Che, Nelson Mandela, Salvador Allende, Monseñor Romero y Hugo Chávez acordaron que era hora de traer al camarada Fidel Castro.
Diéronse entonces los Dioses un fuerte abrazo como para sellar la decisión. Y de ese abrazo, en medio de un sobrecogedor bramido, semejante al de la tempestad en la que sesenta años antes casi muere el vigía del Granma, surgió un rayo que descendió a La Tierra exactamente a las 10 y 29 minutos de la noche del pasado 25 de noviembre, para caer sobre un enorme Caguairán, que fue al instante sublimado entre relámpagos, convirtiéndose en un increíble haz de luz que ascendió en el oscuro firmamento de la Isla de Cuba. Al llegar a la puerta del Olimpo de los dioses del Pueblo, aquel haz de luz se transfiguró en un joven barbudo, en uniforme de verde olivo, con mochila y fusil al hombro. Roberto Roque, el timonel del Granma, le abrió la puerta, y Fidel, sonriente, le dijo, bajito: “Caramba, Roque, al fin te vuelvo a encontrar”
Noviembre 28, 2016.
(a 14 años de la muerte de mi viejo)
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De Audis Vargas (trovador):


Bueno, Fidelito, hermano, recibimos la noticia juntos así debía ser como hermano de guitarra en mano que somos cuenta con este simple trovador para lo que esa y cuando haga falta fide aquí estoamos hermano más unidos que siempre estoy listo para trovar de verde olivo Audis Vargas

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De Ilén de la Cruz:


Saludos Fide, si puedes haz llegar nuestro modesto homenaje a todos los médicos cubanos y de NUESTRAMÉRICA que trabajan por los más humildes.
Por supuesto que estos días no son buenos para felicitaciones, pero sí para rendir homenaje póstumo y a diario a quien más ha hecho por la medicina y la salud en general en América Latina y el mundo. Que esta fecha sirva de reafirmación de lo que aquí aprendieron y sean cada día mejores médicos y mejores seres humanos. Todos estamos orgullosos de los miles de médicos cubanos y de otras latitudes formados por la Revolución, que es igual a decir por FIDEL.
HASTA SIEMPRE
Ilén de la Cruz
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Saludos   Fidelito   te envió esta bella canción de Raulito en homenaje al comandante Fidel...
Un abrazo
El  Hueso

 “Cabalgando con Fidel”

 De Raúl Torres

Dicen que en la plaza en estos días
Se les ha visto cabalgar a Camilo y a Martí
Y delante de la caravana
Lentamente sin jinete
Un caballo para ti.
Vuelven las heridas que no sanan
En los hombres y mujeres que no te dejaremos ir
Hoy el corazón nos late a fuera
Y tu pueblo aunque le duela no te quiere despedir.
Hombre, los agradecidos te acompañan
Como anhelaremos tus hazañas
Ni la muerte cree que se apoderó de ti.
Hombre aprendimos a saberte eterno
Así como lo vi en Jesús Cristo
No hay un solo altar sin una luz por ti.
No quiero decirte Comandante
Ni barbudo ni gigante
Todo lo que se de ti.
Hoy quiero gritarte padre mío
No te sueltas de mi mano
Aún no se andar bien sin ti.
Dicen que la plaza esta mañana
Ya no caben más corceles
Llegando de otro confín
Una multitud desesperada
De héroes de espaldas aladas
Que se han dado cita aquí,
Y delante de la caravana lentamente sin jinete
un caballo para ti.

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