Fidel es un país

Fidel es un país
____________Juan Gelman

miércoles, 2 de julio de 2014

Víctor Heredia: Todavía cantamos

Me preguntaron cómo vivía, me preguntaron.
Sobreviviendo –dije–, sobreviviendo.
Tengo un poema escrito más de mil veces,
en él repito siempre que mientras alguien
proponga muerte sobre esta tierra
y se fabriquen armas para la guerra,
yo pisaré estos campos, sobreviviendo.
Todos frente al peligro, sobreviviendo,
tristes y errantes hombres, sobreviviendo.
Como eco que ha viajado en el tiempo, la voz de Víctor Heredia me repite: Sobreviviendo, sobreviviendo, sobreviviendo… Corrían aún los años 80, yo era un muchachón metiendo cabeza en la radio y una entrañable amiga periodista, María del Carmen Mestas, me regalo (¿o me lo prestó y me quedé con él?) un casete de este cantautor argentino, del que solo tenía vagas referencias.
Hace tiempo no río como hace tiempo,
y eso que yo reía como un jilguero.
Tengo cierta memoria que me lastima,
y no puedo olvidarme lo de Hiroshima.
¡Cuánta tragedia sobre esta tierra!
Hoy que quiero reírme apenas si puedo,
ya no tengo la risa como un jilguero,
ni la paz de los pinos del mes de enero,
ando por este mundo sobreviviendo.

Sobreviviendo, sobreviviendo… eran las primeras señales de esa voz que, vibrando, me adentraba en su universo poético, abordando temas que me tocan de cerca y de lejos, y de adentro; grandes y pequeños temas: su pueblo argentino y el mío, y el latinoamericano, el humano; una mujer, la muerte, la pobreza, la injusticia, el Che, el planeta que se desangra, el sueño, la sinrazón.
Ya no quiero ser solo un sobreviviente;
quiero elegir el día para mi muerte.
Tengo la carne joven, roja la sangre,
la dentadura buena y mi esperma urgente.
Quiero la vida de mi simiente.
No quiero ver un día manifestando
por la paz en el mundo a los animales.
Cómo me reiría ese loco día;
ellos manifestándose por la vida
y nosotros apenas sobreviviendo.

Víctor Heredia pertenece a ese grupo de grandes cantautores que irrumpe en la década del 60 dando un vuelco a la canción universal, al papel del creador, del cantor. Nombres como Chico Buarque, Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat, Paco Ibañez, Charly García, Mercedes Sosa, Pablo Milanés, Bob Dylan, Víctor Jara, Daniel Viglietti, Vicente Feliú, Joan Baez, Pi de la Serra, o los ya consagrados por entonces Atahualpa Yupanqui y Violeta Parra, espesan un movimiento en el que el cantautor asume el papel de voz de su pueblo, de luchador social desde la poesía, de movilizador de conciencias desde un canto sentido y rebelde.
¿Con qué criterio escribo nuestro dolor
si no se trata solo de una canción?
¿Con qué excusa te digo que tengas fe,
si yo mismo padezco la misma sed?
Voz del sur, de los de abajo, de los pueblos que se rebelan y crecen desde la memoria auténtica, histórica, cultural, una memoria que se torna esencia creativa para enfrentar la globalización consumista que nos consume, que nos despoetiza, descerebra, que nos borra la identidad.

Si vendiera mi amor de una vez
al que siempre me viene a comprar,
¿dónde iría a parar la verdad
que sostengo desde mi niñez?

¿Dónde iría, a qué pozo sin sol
esta carne que empuño al cantar?
¿A qué abismo insondable del mar
la armadura de mi corazón?
Víctor Ramón Cournou Heredia, nació el 24 de enero de 1947, en Buenos Aires, Argentina. Su familia paterna es de origen francés, mientras que su abuela materna pertenecía a la etnia capayán. Desde su adolescencia estudió piano y guitarra y muy pronto empezó a aparecer en programas televisivos. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras, y dejó la carrera en el tercer año para dedicarse definitivamente a la música.
Yo nací en las orillas
negras e inquietas de Montserrat;
viejo barrio de negros
que dio a mis pasos su mismo andar.
Sobre los conventillos
fui un gorrioncillo
dulce y voraz.
Fui como todo niño
por su cariño
a cualquier lugar.

Así soy yo, no hay más que hablar.
Soy libre como el viento
y mis sentimientos no sé callar.
Siendo muy joven, Víctor Heredia obtuvo el premio revelación en el Festival de Cosquín. Con poco más de veinte años ya contaba con amplio reconocimiento popular, especialmente tras participar en varias presentaciones y programas con Joan Manuel Serrat.
Por aquellos años realizó un intenso trabajo musicalizando poemas del chileno Pablo Neruda dejando un hermoso disco en 1974, “Victor Heredia canta a Pablo Neruda.
En 1975 emprendió una gira por Venezuela, Colombia y México. Participó en el festival de Agua Dulce en Perú, donde compartió con destacados cantautores como Daniel Viglietti y Alfredo Zitarrosa. Participa igualmente en el Festival de La OTI, con la canción "Sabes, aquí estamos, América", donde expresa el sueño de integración acariciado desde Bolívar y Martí:
Sabes que aquí estamos,
sabes que esperamos,
América,
América,
América,
América...
Y cuando tu nombre
como piedra pura
canta por la lluvia
tu sueño de pan
siento que me abrazan
todos mis hermanos
que de sur a norte
esperando están.
Se presenta en Viña del Mar y conoce a uno de esos grandes hombres de la América Nuestra, Salvador Allende, quien caería poco tiempo después en el palacio de la Moneda defendiendo el gobierno de Unidad Popular ante el golpe militar fascista de Augusto Pinochet, tramado por el imperio norteamericano.
Para decidir si sigo poniendo
esta sangre en tierra,
este corazón que bate su parche,
sol y tinieblas.

Para continuar caminando al sol
por estos desiertos.
Para recalcar que estoy vivo
en medio de tantos muertos.

Para decidir, para continuar,
para recalcar y considerar,
solo me hace falta que estés aquí
con tus ojos claros.

Ay, fogata de amor y guía,
razón de vivir mi vida.
Víctor Heredia estuvo prohibido durante la dictadura militar argentina iniciada en 1976 que dejó miles de desaparecidos, entre ellos su hermana María Cristina. En 1978 se exilió en España. Tras su regreso a Argentina, en 1984 participó en los recitales de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés en Obras Sanitarias. Luego realizó junto al Cuarteto Zupay y a César Isella los recitales Canto a la poesía, en el Luna Park. En 1988 realizó una gira por toda la Argentina junto a  León Gieco una dupla musical, presentándose en todo el país.
Para aligerar este duro peso
de nuestros días,
esta soledad que llevamos todos,
islas perdidas.

Para descartar esta sensación
de perderlo todo,
para analizar por donde seguir
y elegir el modo.

Para aligerar, para descartar,
para analizar y considerar,
solo me hace falta que estés aquí
con tus ojos claros.

Ay, fogata de amor y guía,
razón de vivir mi vida.
“Razón de vivir” es una de esas canciones cardinales de la Nueva Canción Latinoamericana, que ha contado con cientos de versiones, especialmente la de Mercedes Sosa, que la convierte en todo un himno.
Su discografía que se acerca a los 40 discos personales, en los que sobresalen piezas como “Solo quiero la vida”, “Informe de la situación”, “Razón de vivir”, “Aquel viejo elixir”, "El viejo Matías", "Ojos de cielo", "Dulce Daniela", “Coraje”, “Todavía cantamos”, y “Sobreviviendo”, por mencionar solo algunas. Ha participado en cerca de 30 discos colectivos entre los que destacan homenajes a Víctor Jara, Atahualpa Yupanqui, María Elena Walsh y Noel Nicola. 
Muy importante también el disco en vivo de 1984 del memorable concierto con Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Piero, León Gieco y el Cuarteto Zupay en Obras Sanitarias, donde Víctor  interpreta la pieza "Todavía cantamos" que compuso en apoyo a la lucha de madres de Plaza de Mayo:
Todavía cantamos, todavía pedimos,
todavía soñamos, todavía esperamos,
a pesar de los golpes
que asestó en nuestras vidas
el ingenio del odio
desterrando al olvido
a nuestros seres queridos.

Entre sus concierto memorables están el "Canto a la Poseía" que realiza con el cuarteto Zupay y César Isella, en el Luna Park, que convoca a más de cincuenta y cinco mil personas en cinco presentaciones. Sus 20 años de canto lo celebra con un concierto donde asisten 45 mil personas, y la publicación del libro "Todavía Cantamos" de Gustavo Bonifacini, en el que se relata su vida.
Es en el año 1999, Silvio Rodríguez, invita a Víctor a Cuba y realiza un concierto en la sala Che Guevara de Casa de las Américas.
Mientras haya un niño sin hogar,
Sin cobijo y sin amor
No me sirve esta canción.

Voy a buscar lo que soñé
Mi memoria guarda los ojos del Che.
¡Quiero creer que lo veré!
Mi memoria guarda los ojos del Che.
En el año 2003, Víctor Heredia fue convocado por el Presidente Argentino Néstor Kirchner, para brindar un concierto junto a León Gieco en la histórica Plaza de Mayo, conmemorando la fecha patria, 9 de julio, ante más de 50 mil personas.
¿A qué patria mentirle pasión?
¿A qué cielo jurarle lealtad,
si vendiera por mi voluntad
al que viene a comprarme este amor?

Me prefiero tal cual como soy,
siempre a tientas tras una verdad.
Sé que es parte de la humanidad
el dudar, el caer y el llorar.
En ese mismo año, 2003 Víctor Heredia emprende un nuevo y humanitario proyecto con León Gieco y con Silvio Rodríguez como donación de apoyo a los damnificados por inundaciones en Santa Fe, Argentina, que trajo algunos conciertos y el álbum  Canciones con Santa Fe, en el que participan con Víctor, Gieco y Silvio, Vicente Feliú, Carlos Varela, Charly García, Santiago Feliú, Fito Páez, Liliana Herrero, Juan Carlos Baglietto, Lito Vitale, el uruguayo Rubén Rada, los portorriqueños Danny Rivera y Roy Brown, el mexicano Alejandro Filio, la peruana Tania Libertad, la chilena Isabel Parra y el español Ismael Serrano.
Por esos días Víctor Heredia le agregó a la antológica canción “Cita con ángeles” de Silvio una estrofas, dedicada a los que sufrieron el desastre natural:
En Santa Fe las aguas cubren
sueños de niños desolados
y ahogan con furia incontenible
las penas de los evacuados.
Un ángel se desploma en llanto
cuando descubre el desvarío
del ala oscura del Salado
que tapa todo lo querido.
La otra estrofa, que bo tenía la canción grabada originalmente, la agrega luego Silvio es dedicada al Che; “Cita con ángeles” es una pieza en la que Silvio pasa lista a los más entrañables ángeles caídos en le historia de la humanidad, como Giordano Bruno, José Martí, Federico García Lorca, las víctimas de las bombas atómicas que lanzó el imperio yanqui sobre Hiroshima y Nagasaki, Martin Luther King, John Lennon, Salvador Allende y las víctimas de los atentados terroristas a las Torres Gemelas en los Estados Unidos.
Danzando un milenario rito
donde los cielos son más puros,
un ángel desde el infinito
ve la emboscada sobre el Yuro.
Y oye el telúrico alarido
que hace vibrar la cordillera,
cuando en la espalda del caído
sueñan las alas de la era.
Claro que entre los grandes temas sociales, humanos, éticos, se ha deslizado la canción de amor,  la de la intimidad, la de la ternura, la de pequeños detalles que navegan cuerpo a cuerpo, alma en busca de su alma.
Yo te desnudaba
para ver cómo era el mar,
y el mar se enredaba
a mis deseos de volar.
Íbamos tan lejos
que olvidábamos volver:
nos traía el ángel ciego
del amanecer,
y se acostaba a tus pies
como un gatito siamés.
Víctor Heredia es las coherencia del cantor auténtico, atraviesa su tiempo como testimonio; echando mano siempre a la poesía y su guitarra, elementos con los que escudriña en los pueblos, en las almas, para entregarnos su visión convertida en canción, es decir, en amiga que enseña a mirar, que ayuda a vivir.  
Me gusta andar volando
de punta al rabo por la ciudad.
Miro y dos veces miro,
porque una vez no basta mirar.
Corro por los baldíos
y abro postigos para escuchar
las cosas que me dicen,
voces que dicen
con claridad.
Así es, como en sus versos, Víctor Heredia; sensible y rebelde, dando vueltas siempre a la creación como única manera de existir, sin creer en famas ni oropeles, sin doble fondo, sin medias tintas, como auténtico cantor de la Argentina, de la América Nuestra (y Nueva). 
Junto con mis amigos
voy al abrigo de la amistad.
Pero a mis enemigos
no les concedo esa libertad.
A veces soy velero
y manso navego por el canal.
Y otras soy como el trueno,
rueda furiosa
del vendaval.

 “Todavía cantamos”. Pieza emblemática de la cultura latinoamericana, en la que Víctor denuncia la situación de nuestros pueblos. ¡Tanta opresión han pasado! Operación Cóndor, un plan trazado en el Norte para expandir el odio. La Escuela para las Américas, un centro yanqui de altos estudios para militares del continente, allí las asignaturas que se imparten son: Golpes de estado, desaparición de líderes, masacres de poblados, macabros métodos de tortura, para doblegar o anular a seres humanos. Cuesta creer semejante salvajismo pero es una realidad que este cantor ha vivido, de ahí que eleve su enérgica oración por la solidaridad humana que ayude a espantar el dolor. Como milagro del amor “Todavía cantamos” es oración de protesta, lo entonan las madres y abuelas que durante años han luchado por tener al menos una noticia de sus familiares que un día salieron de casa, de la escuela, del trabajo y nunca volvieron. 
Llevo un par de años trabajando en un proyecto de cancionero latinoamericano, por el cual he estado consultando a varios cantautores; entre ellos envié un mensaje a Víctor Heredia, pensando en uno de sus clásicos para el primer tomo “Razón de vivir”. Con la solicitud de autorización le adjunté el índice y la idea conceptual de ese primer tomo. Con esa sencillez de los grandes creadores, y la fina agudeza de su pensamiento, me sugirió cambiar de canción en su mensaje; aquí va entonces su correo y su canción:
“Hola, Fidel. Por supuesto que tienes mi permiso, pero me permito señalarte "Todavía cantamos" como la más cercana al segmento del libro que estás escribiendo. Está dedicada a Madres de Plaza de mayo y aquí la utilizan en cuanta manifestación política se te ocurra. Incluso es un himno (con su letra modificada) en todas las canchas de fútbol de nuestro país.
Un fuerte abrazo y gracias por considerarme.
Víctor Heredia "

Todavía cantamos  

Autor: Víctor Heredia

Todavía cantamos, todavía pedimos,
todavía soñamos, todavía esperamos,
a pesar de los golpes
que asestó en nuestras vidas
el ingenio del odio
desterrando al olvido
a nuestros seres queridos.


Todavía cantamos, todavía pedimos,
todavía soñamos, todavía esperamos;
que nos digan adónde
han escondido las flores
que aromaron las calles
persiguiendo un destino.
¿Dónde, dónde se han ido?


Todavía cantamos, todavía pedimos,
todavía soñamos, todavía esperamos;
que nos den la esperanza
de saber que es posible
que el jardín se ilumine
con las risas y el canto
de los que amamos tanto.


Todavía cantamos, todavía pedimos,
todavía soñamos, todavía esperamos;
por un día distinto
sin apremios ni ayuno
sin temor y sin llanto,
porque vuelvan al nido
nuestros seres queridos.


Todavía cantamos, todavía pedimos,
Todavía soñamos, todavía esperamos...



*Escrito para la sección Cantores en  www.lajiribilla.cu

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