Fidel es un país

Fidel es un país
____________Juan Gelman

lunes, 26 de mayo de 2014

Pablo Milanés: Lo que brilla con luz propia nadie lo puede apagar...

Pobre del cantor de nuestros días
que no arriesgue su cuerda
por  no arriesgar su vida.
Pobre del cantor que nunca sepa
que fuimos la semilla
y hoy somos esta vida.
Tierno y rebelde, en jeans y camisa clara de mangas largas arremangada, con su gran especdrum, llega su imagen desde algún rincón remoto de los años 60. Su voz telúrica, ligeramente nasal, por entonces un tinsito más aguda, imanta con aquellas canciones de gran carga filosófica, adentrándose en temas tremendos, como la muerte, el tiempo, el sentido de la existencia, las luchas por un mundo nuevo; con una madurez inconcebible para un muchacho de 20 y pocos años. Así entra en la canción cubana, guitarra en mano: Pablo Milanés.
La vida no vale nada si no es para perecer
porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama.
La vida no vale nada si yo me quedo sentado
después que he visto y soñando que en todas partes me llaman.
Pablito nació en Bayamo, el 24 de febrero de 1943. En los años 50 viene para La Habana con su familia y empieza a encontrarse en la guitarra. Es tocado por el filin, el movimiento musical que, influenciado por el jazz, le da a la canción trovadoresca otros caminos armónicos y un aire más íntimo, sentimental. Entra a los años 60 cantando en el Trío Los Armónicos, el Conjunto Sensación, el cuarteto del Rey y Los Bucaneros. En 1963 compuso su primera canción, “Tú mi desengaño”, luego llegan otras de corte filinesco que cantaría en clubes como el Gato Tuerto, el Karachi, y otros donde se mueven grandes de la canción como José Antonio Méndez, Marta Valdés, Cesar Portillo de la Luz, Ángel Díaz...
Hace tiempo, yo anhelaba
encontrar la dicha eterna.
Siempre, a base de reveses,
pude ver la realidad.
Le cantaba a mi tristeza,
a mi dolor y a mi muerte.
La tristeza en mí vivía,
viendo el dolor, a veces,
a acompañarme en la búsqueda
del camino hacia la muerte.
En 1965 compone esta pieza titulada “Mis 22 años”. Pablo Milanés es un creador filinesco, pero el tiempo le está dictando nuevos rumbos a su canción; específicamente en esta, se trata de unas primeras estrofas típicamente de filin, íntimas, algo tristes, en las que el cantor viene buscándose en el tiempo. De pronto, en medio del tema  pareciera que se detiene a recapacitar, como quien duda seguir por la misma senda.         
Pero como ser humano,
me contradigo y me opongo
al pasado que pasó
pasando por veintidós años
de penas y dolor.
Y de aquí sale mi canción.
En este preciso instante de 1965, llega el punto de giro hacia otro tipo de composición; hurgando en el tiempo los críticos encuentran en esos versos de “Mis 22 años”, el eslabón perdido; y en efecto, es dentro de la misma canción, que llega una especie de tumba´o, y el texto, como animado por el contexto social, echa a un lado la melancolía, y se adentra en él. 
Mi tristeza la sepultaré...
y el dolor siempre del brazo de ella irá.
Nada habrá que me provoque más tristeza...
Y el dolor siempre del brazo de ella irá.
Y en cuanto a la muerte amada,
le diré, si un día la encuentro:
adiós, que de ti no tengo
interés en saber nada.
Nada...
Silvio, Noel y Pablo
Otros jóvenes vienen buscando un tipo de canción distinto, ajustado a un tiempo de grandes convulsiones  sociales de las que son parte, y les urge dar testimonio. La Revolución cubana estremece la época, en Latinoamérica se expanden los Movimientos de Liberación, los EE.UU. traen protestas contra la guerra en Viet Nam, el mundo hippie, las huellas de Martin Luther King, las luchas contra la discriminación racial; el continente africano se revela contra la colonización y el apartheid, corren tiempos donde la solidaridad humana pide a gritos su voz:
La vida no vale nada cuando otros se están matando
y yo sigo aquí cantando cual si no pasara nada.
La vida no vale nada si escucho un grito mortal
y no es capaz de tocar mi corazón que se apaga.

Silvio Rodríguez, Vicente Feliú, Noel Nicola, vienen cada uno por su lado, por ese camino de la canción con un toque social, acorde con lo que se debate en las calles, con las transformaciones —a veces abruptas— en las que se vuelca la Revolución naciente. No quiere decir esto que la canción que habla de la pareja, de los sentimientos, queda desterrada ni mucho menos, pero hay una óptica distinta en la manera de abordar el amor.  
Esto no puede ser no más que una canción
quisiera fuera una declaración de amor,
romántica, sin reparar ni formas tales,
que pongan freno a lo que siento a raudales:
Te amo, te amo, eternamente te amo.
Si me faltaras no voy a morirme,
si he de morir quiero que sea contigo.
Mi soledad se siente acompañada
por eso a veces sé que necesito
Tu mano, tu mano, eternamente tu mano.

Un joven delgaducho, de grandes entradas, ha empezado a salir en la televisión diciendo también cosas “raras”; su guitarreo suena distinto, va desde un aliento roquero hasta campesino; calza botas, acaba de salir del Servicio Militar. Omara Portuondo, ya una figura de la canción cubana, los presenta en un estudio de televisión. Habían oído hablar uno del otro, de inmediato surge la empatía, se sientan en un rincón a tocarse las canciones de cada uno. Se han encontrado Silvio y Pablo.
Cuando te vi sabía que era cierto
este temor de hallarme descubierto.
Tú me desnudas con siete razones
me abres el pecho siempre que me colmas
de amores, de amores, eternamente de amores.
Si alguna vez me siento derrotado
renuncio a ver el sol cada mañana.
Rezando el credo que me has enseñado
miro tu cara y digo en la ventana:
Yolanda, Yolanda, eternamente Yolanda.
Yolanda,  Yolanda,
eternamente Yolanda...
 
Silvio, Vicente y Pablo
Muy pronto “Yolanda” se convertiría en canción de todos, expandiéndose no solo por la isla sino por todo el continente, pero aún son muchachos de aspecto casi hippie, peludos, que traen canciones donde dicen lo que sucede en la vida, en el país, con cierta poética que inquieta a los conservadores. Un buen día llama Haydée Santamaría, que ya sabía de estos “revoltosos” los llama a la Casa de las Américas para que hagan un concierto.En 1967 Haydée había convocado al Primer Encuentro Internacional de la Canción Protesta, que trajo a Cuba cantores de diversos rincones del mundo, entre ellos Daniel Viglietti, Isabel y Ángel Parra, Oscar Chávez, Martha Jean Claude, Peggy Seeger, Los Olimareños, Alfredo Zitarrosa,  Barbara Dane, Oscar Matus y Armando Tejada Gómez, entre otros; precisamente, para celebrar aquel acontecimiento, y como para convertirlos a ellos en continuidad de ese movimiento, les pide a Silvio Rodríguez, Noel Nicola y Pablo Milanés, ese recital (que así se decía por entonces). De tal manera el 18 de febrero de 1968, en la Sala Che Guevara se da el primer concierto de la Nueva Trova Cubana.              
En vano busco en mi guitarra tu dolor
y en mi jardín ya todo es bello, no hay temor,
¿qué puedo yo dejarte, Comandante,
que no sea cambiar mi guitarra por tu suerte,
o negarle una canción al sol, o morir sin amor?
¿Qué tengo yo que hablarte, Comandante,
si el poeta eres tú?
—como dijo el poeta—,
si el que ha tumbado estrellas
en mil noches de lluvias coloridas eres tú,
¿qué tengo yo que hablarte, Comandante? 
Luego llega su imagen al cine, delgado con su guitarra al hombro, va Pablito por las calles empedradas de la Cuba colonial, cantando a la patria en la película La primera carga al machete. Por iniciativa de Haydée Santamaría y Alfredo Guevara, nace el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, de gran trascendencia para la música cubana. Es como un intenso taller teórico-práctico bajo la dirección, nada menos que, de Leo Brower. Escuchan desde la música clásica, hasta los principales movimientos de música popular que emergían en países como Brasil, Argentina, Chile; estudian los infinitos misterios de la música, componen, arreglan, hacen temas para películas, aprenden a trabajar en equipo, en hermandad.   
Del amor estamos hablando,
por amor estamos haciendo,
por amor se está hasta matando
para por amor seguir trabajando.
Que nadie interrumpa el rito
queremos amar en paz
para decir en un grito:
¡Cuba va!

Compuesta a tres manos para el documental Cuba va, sería este un himno del espíritu del país que ha trascendido en el tiempo, con un aire de rock que algunos consideran el primero con etiqueta nacional. En esta etapa del Grupo de Experimentación Pablito compone sus primeros clásicos: “Yolanda”, “Quien me tienda la mano al pasar”, “Hombre que vas creciendo”, o “Los caminos”, por mencionar solo algunas.  
En 1973, encomendado por Haydée Santamaría en la Casa de las Américas, grabó Versos sencillos, en el que musicalizó algunas hermosas poesías de José Martí.  
Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentada,
y en una hermosa plaza liberada
me detendré a llorar por los ausentes.


Luego vendrían los tiempos de recorrer el mundo, viaja a los frentes en Angola con la guitarra en un hombro y el fusil en el otro, con Silvio y Noel va a Chile y le cantan al pueblo de la Unidad Popular, de Salvador Allende; luego llega el golpe de estado fascista de Pinochet del que surge una de las más estremecedores cantos solidarios nacidos del amor de Pablo. 
Retornaran los libros, las canciones,
que quemaron las manos asesinas.
Renacerá mi pueblo de sus ruinas,
y pagarán su culpa los traidores.
Un niño jugará en una alameda
y cantará con sus amigos nuevos,
y ese canto será el canto del suelo,
a una vida cegada en La Moneda.
Yo pisaré las calles nuevamente,
de lo que fue Santiago ensangrentada,
y en una hermosa plaza liberada,
me detendré a llorar por los ausentes.

Muchos importantes momentos fueron tejidos de la hermandad de Silvio y Pablo, desde aquellos legendarios conciertos en Argentina en 1984, que pasó nuestra televisión y trajera consigo un inolvidable concierto en la escalinata de la Universidad de La Habana en octubre de ese año.
Todavía no pregunté ¿te quedarás?
temo mucho la respuesta de un jamás.
La prefiero compartida antes que vaciar mi vida,
no es perfecta, mas se acerca a lo que yo, simplemente soñé.
“El breve espacio en que no estás”, “Años”, “Para vivir”, “Yo me quedo”, “Amo esta isla”, “Son de Cuba a Puerto Rico”, “No ha sido fácil”, “Ya se va aquella edad”, “Ya ves”, “Sábado corto”, “No vivo en una sociedad perfecta”, “Amor” y otras muchas piezas patrimonio de la savia espiritual de la Isla, integran una discografía que rebasa los 40 títulos. Un memorable programa cultural de televisión (que buena falta nos hace ahora) “Proposiciones” nos trajo a Pablito como anfitrión pasando por las pantallas a grandes creadores de todas las artes.
El disco Querido Pablo de mediados de los 80, en el que participaron Chico Buarque, Joan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute, Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Ana Belén y Víctor Manuel entre otros, mostró las dimensiones que había adquirido su canción.
En el 2001, aquel disco tuvo una especie de segunda parte, Pablo Querido, en el que grandes voces universales se vuelven a reunir para cantar canciones con Pablo Milanés; Caetano Veloso, Gal Costa, Charly García, Fito Páez, los Van Van, Armando Manzanero, Milton Nacimento, Soledad Bravo, Maná, entre otros, versionan las canciones de Pablito en un álbum que comienza nada menos que con palabras de Gabriel García Márquez.  
De estas dos joyas de la canción de habla hispana, pienso siempre como supremo el encuentro de dos de las voces más grandes de nuestro continente la de Mercedes Sosa y Pablo Milanés cantando “Años”.
Vamos viviendo, viendo las horas que van muriendo
las viejas discusiones se van perdiendo entre las razones,
a todo dices que si, a nada digo que no para poder construir
una tremenda armonía que pone viejos los  corazones.
El tiempo pasa nos vamos poniendo viejos
el amor no lo reflejo como ayer,
en cada conversación, cada beso, cada abrazo,
se impone siempre un pedazo de razón.
Pablito es un cantor excepcional que ha hecho dúos con cantores de todas las latitudes. Vale subrayar su encuentro con Lilia Vera, en un disco donde hacen temas del folclore venezolano, o con Adriano Rodríguez, Luis Peña (El Albino) y otros de la trova tradicional en discos que son joyas culturales, los tres volúmenes de Años. Asimismo la serie discográfica con piezas del filin y no se puede dejar de destacar dos discos de musicalizaciones de  poemas: Pablo Milanés canta a José Martí y Pablo Milanés canta a Nicolás Guillén.
En “Canción por la unidad latinoamericana”. Pablo hace suyo el ideal martiano de unir a nuestros pueblos en una patria común, donde todas las culturas se saluden, se reconozcan, se abracen, para ser más libres hermanados; obra que comienza a hacerse realidad en nuestros días y por la que diera su vida el Maestro, siguiendo las huellas del camino que trazó el Libertador Simón Bolívar. Utopía imprescindible que José Martí prometió con su texto “Nuestra América” y que Fidel comenzó a cumplir, contra viento y marea, expandiendo la salud, la educación, el abrazo solidario. Utopía, que su hijo Hugo Chávez, cuajó, enlazándonos en una comunidad en ebullición desde la savia, económica y cultural de sus pueblos, grandes y pequeños, todos interactuando sin predominios ni egoísmos, ALBA salvadora no solo del Sur, pues se trata de una manera modélica de entrelazarnos como vía de salvación para la especie humana.           
Con clara y profunda poética, Pablito narra en esta pieza nuestros desencuentros, el aislamiento a que nos han sometido los conquistadores, europeos primero y del norte después. Horas antes de caer en combate, José Martí declaró en carta a un amigo:
“... ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”.
Hoy el ALBA abre los caminos de integración soñados, y para dejar testimonio esta canción de Pablo Milanés; himno a esgrimir en esta hora de empeñar todas las fuerzas en pos de esa América Nuestra que nos propuso el Maestro como única salvación posible ante la voracidad del imperio norteamericano:    
“¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Zemí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!”.

Canción por la unidad latinoamericana  

Autor: Pablo Milanés

El nacimiento de un mundo
se aplazó por un momento,
un breve lapso del tiempo,
del universo un segundo.

Sin embargo parecía
que todo se iba a acabar
con la distancia mortal
que separó nuestras vidas.

Realizaron la labor
de desunir nuestras manos
y a pesar de ser hermanos
nos miramos con temor.

Cuando se pasaron los años
se acumularon rencores,
se olvidaron los amores,
parecíamos extraños.

Qué distancia tan sufrida,
qué mundo tan separado,
jamás se hubiera encontrado
sin aportar nuevas vidas.

Esclavo por una parte,
servil criado por la otra,
es lo primero que nota
el último en desatarse.

Explotando esta misión
de verlo todo tan claro
un día se vio liberado
por esta revolución.

Esto no fue un buen ejemplo
para otros por liberar,
la nueva labor fue aislar
bloqueando toda experiencia.

Lo que brilla con luz propia
nadie lo puede apagar.
Su brillo puede alcanzar
la oscuridad de otras cosas.

Qué pagará este pesar
del tiempo que se perdió.
de las vidas que costó,
de las que puede costar.

Lo pagará la unidad
de los pueblos en cuestión,
y al que niegue esta razón
la Historia condenará.

La Historia lleva su carro
y a muchos nos montará,
por encima pasará de aquel
que quiera negarlo.

Bolívar lanzó una estrella
que junto a Martí brilló.
Fidel la dignificó
para andar por estas tierras.

*Tomado de la sección “Cantores” en el sitio web La jiribilla

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